“Todo lo que nos irrita de los demás puede conducirnos a la comprensión de nosotros mismos”
C.G. Jung. Psicólogo y ensayista suizo
El estrés, la admiración , el desprecio y el entusiasmo que sentimos por otros ya sean individuos o colectivos es una señal psicológica de nuestro interior; esa especie de reflejo es lo que se conoce como proyección psicológica y funciona como un patrón inconsciente que opera en situaciones de conflicto emocional, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto.
Por una parte, las proyecciones positivas son aquellas que generan reacciones creativas en nuestro ser y son causadas por alguien que comparte aquello que aceptamos en nosotros (ya sean logros, actitudes o sentimientos).
En cambio aquello que negamos en nosotros y reprimimos se proyecta en personas que aborrecemos causando reacciones destructivas. Sentimientos como el odio, la ira o la tristeza están presentes en esta dinámica emocional.
A lo largo de nuestro camino, encontramos a muchas personas que proyectan en nosotros, muchas veces esa proyección nos hace dudar de lo que somos. Nacen sentimientos que divagan entre lo que somos y creemos ser, parte de lo que ocurre en estos casos es por falta de aceptación propia, por eso creamos máscaras de personalidad para adaptar nuestra conducta a lo que proyectamos de los demás.
Tomamos como absoluto la idea de que todo aquello que reprimimos (sean conductas, ideas, sentimientos, recuerdos.) por no ser proyectados positivamente no merece ser mostrado e integrado en nuestra vida. Crear máscaras, es la “solución” que hará que las proyecciones no afecten a corto plazo pero, esas máscaras frágiles que no tienen una base sólida de nuestra esencia dejaran en descubierto todo lo que no queremos mostrar.
La represión por tanto posee una energía que poco a poco nos descompone manifestando enfermedades físicas como insomnio, agotamiento, dolores de cabeza, y entre otras que dependen de cada individuo. Sin apartar el estrés y la depresión repentina que nos inmoviliza.
"Las recolectoras de nueces"
William-Adolphe Bouguereau (1882)
Es aquí donde nace la pregunta.
¿Cómo puedo dominar aquello que proyectan en mi?
La respuesta simple aunque difícil está en ti, ya que debes aventurarte a un proceso de visualización constante y objetiva que te permita analizar lo que fuiste, lo que eres y lo que anhelas ser. La aceptación por tanto, es el camino para la dominación de las proyecciones que se te presentan, observar el ¿Por qué? y ¿Para qué? de todos lo sentimientos, recuerdos e impulsos nacen en tu ambiente.
Tu tarea es armar una personalidad que contenga todo lo que forma parte de ti, tanto lo bueno como lo malo y así avanzarás en el proceso de invulnerabilidad ante el caos exterior. Te acercaras más a tu ser íntegro, vivirás los días en gracia y plenitud.
Autor: Dídimo Chaurio
email: dchaurio09@gmail.com
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